Alía en la infancia de los niños, era el paraiso, la granja escuela a lo grande, el parque donde todo atrevimiento o cosas estaban considerados dentro de lo natural.
Por la calle de la abuela, pasaban las vacas del Pelines…
Y en el mismo sitio, Salva hacía caballitos con su bici, que parecía la mejor bici del mundo.
Luego pasaba con sus burros, con grandes serones, el «tío Javalí» tranquilo y amable, le gustaba hacer bromas con los niños y siempre les decía algo…
En un montón de Arena que había cerca del «Teleclubs» Miri y Anyel que siempre la seguía, fuera donde fuera e hiciera lo que hiciera; hacían piruetas con la bici sobre el montón de arena, que era más blandito si se caian, que el cemento de la calle. Me encantan estos recuerdos!!! El pueblo era totalmente mágico para ellos.
El «tío lobocano» pasaba con cargas de garbanzos pinchadas en las Angarillas, con su mulo.
Si ese día hacía mucho calor, nos sentábamos a la sombra y les contaba como a mí, no me trajo la cigueña, si no que me encontraron en una carga de cebollas… ayyy el pueblo y sus gentes!!!