– ¡Los pollos son tontos, pero muy tontos!
Gritaba yo corriendo junto a la abuela, que montada en la burrita, arreaba para llegar lo antes posible. La abuela se había marchado temprano, como muchos días, a la casa grande donde estaba el abuelo.
Yo también me levanté temprano, justo cuando la oí marcharse, porque antes que ella regresara, tenía que ver si los pollos eran tontos o no. La abuela siempre decía: estos pollos son muy listos, pero muy listos… Pero yo sabía que eran tontos.
Ellos no hacían las cosas que Paco y yo podíamos hacer: No sabían hacer carreras, ni caminar por las paredes, ni columpiarse, ni subir a los olivos, ni coger lagartijas… ¡ellos no sabían coger lagartijas!!
Eran muy tontos, sólo comían y ya está.
Cuando la abuela se marchó, lo preparé todo.
En la pared de la cuadra, los tíos tenían colgados los cepos. Eran para cazar los conejos y las liebres.
No se podían tocar porque eran muy peligrosos, pero yo sabía hacerlo ¡no pasaba nada!
Los podía coger y luego colgarlos otra vez…subida a la banqueta, llegaba a cogerlos.
Primero solté los pollos del gallinero, después cogí los cepos y los puse en el resolano de la puerta. Los abrí con mucho cuidado.
Los pollos andaban corriendo por todos los sitios. Los llamé como lo hacía la abuela, mientras tiraba maíz por encima de los cepos: ¡pitas, pitas, pitas…!
Vinieron como locos! Y se comieron todo el maíz muy rápido. Pero los más tontos de todos, pisaron los cepos sin tener cuidado.
Solté a los pollos que se habían quedado en los cepos y colgué los cepos de nuevo sobre la pared, para que la abuela no se diera cuenta de nada.
Pero los pollos de los cepos, se caían si caminaban y andaban todos locos en el resolano dando saltos y agitando las alas… ¡eran más tontos!!!!
¡Menudo lío!
Salí corriendo por el camino por donde regresaba la abuela. Ya se oían los pasos de la burrita, auque, aún faltaba para llegar hasta la casa.
– Abuela, la dije, ¡los pollos son tontos, pero muy tontos!
-¿Qué le pasa a los pollos? – decía la abuela, temiéndose ya, alguna gorda.
Y yo le conté todo:
– Pues que son tontos, que son muy tontos y no pueden andar…!
– ¿Cómo que no pueden andar? ¿Qué les pasa a los pollos?
– ¡Que son tontos y se caen..! Repetía yo.
La abuela, arreaba más a la burra, yo casi tenía que correr tras ella…
– ¿Qué les pasa a los pollos, qué les pasa a los pollos? Gritaba la abuela desde la burra.
Y yo, se lo repetía:
– ¡Pues que son tontos, que no caminan, que son muy tontos!!!
Cuando llegó la abuela a la puerta, donde todo el estropicio y se bajó de la burra, yo estaba bastante lejos, frente a la casa, donde los pinos grandes…es que, la abuela se había puesto muy nerviosa y había que esperar.
Si se enfadaba mucho no entendía las cosas.
La abuela me llamaba:
– ¡Ven aquí y dime qué has hecho con los pollos!
– ¡No les he hecho nada!abuela! gritaba yo desde los pinos, ¡es que son tontos!
– ¡Ven aquí! Insistía ella.
Pero no podía ir aún, porque la abuela no entendía las cosas.
Tenía que esperar hasta la tarde que llegara el abuelo, él seguro que ayudaría… y allí me quedé todo el día, aunque tenía hambre y hacía mucho calor entre las jaras. Menos mal que estaba Paco conmigo.
La abuela, salía de vez en cuando de la casa, miraba para los pinos donde yo estaba y decía:
-¡Vennn a comer!. Vente a comer, pero ahora mismo, que ya verás!. Yo no podía ir, porque cuando la abuela hablaba así de alto, era mejor no liarla más. Eso me dijo un día el abuelo.
Hasta que el abuelo no regresó por la tarde, no fui a la casa.
La abuela había matado los pollos y los estaba desplumando en el agua caliente.
El abuelo preguntó:
– ¿Porqué has matado tantos pollos?
– ¡Sabré yo lo que hago..! dijo la abuela muy enfadada. Y él se fue a sus cosas. Vente conmigo, dijo, que no está el horno pa bollos. Yo sabía que si el horno estaba muy caliente, había que dejarle que se enfriara antes de meter los bollos…pero no sabía porqué lo decía ahora. ¡Eran cosas de mayores!.
Durante varios días, tenía que andarme con mucho cuidado; no estar cerca de la abuela y hacer las cosas que me mandaba pero muy rápido!!! Era mejor nos sentarme con ella a hacer cadeneta, ni estar en el columpio, comer sin rechistar y recoger rápido todo. Era mejor, traer leña hasta la puerta, aunque no me lo dijera… Pero la abuela estuvo muchos días sin hablar conmigo.
Ella no volvió a decir nada de los pollos, pero yo sabía que… ¡si volvía a tocar los cepos…!
3 Comments
Bien, ahora a seguir…cuento con vosotros!
✍Anónimo dijo…
buenas tardes Celeste:
Me gustan tanto tus recuerdos que me parece que te los voy a robar y hacerlos mios.
Dentro de mi cabeza los mios se parecen, solo que no los se contar tan bien.
enhorabuena y gracias por los buenos ratos.
Moncho
18 de septiembre de 2007 9:16
✍Pilar M Clares dijo…
jajajaj
es delicioso, Celeste, yo estoy de acuerdo contigo, ¡los pollos son tontos!
Yo una vez hice con mi hermano fuego debajo de la cama, se podía hacer, no pasaba nada, lo necesitábamos de hecho para el fuerte apache que tenía él, sin fuego no habia indios, teniamos que hacerlo. Quemamos el colchón por debajo, pero no pasaba nada, era de mi cama, y mi cama era mía, no pasaba nada. No sé qué sería que nos delató, las cenizas quizás por la habitación, quizás el cubo de agua que habíamos tirado por el suelo, quizás el negror de las paredes, jolines, era mi cama. No había abuelo que esperar, pena, cenamos encima de la lavadora, que al escribirlo me río, pero era la manera que tenía mi madre de ponerse nerviosa, hala,¡ a la lavadora a cenar! allí seguíamos pensando en cómo conseguir otra caja de cerillas… el centrifugado fue bien, gracias.
Besicos, guapa, me ha encantado, creo que lo aprovecharé en alguna lectura en clase.
19 de septiembre de 2007 9:17
✍Visnja Roje dijo…
Celeste:Muy buena tu historia,yo esperaba el final,,yo escribo historias en el estilo, y no sé, a mi me pasó que mientras iba leyendo
más ansiosa me ponía por el final,no se si a alguien le pasa eso con mis historias, de saber que son cosas verdaderas, y que iba a quedar la ca..,, pero al llegar a esa parte , creo que el final lo habría escrito igual, nada de sangre ni llantos , solo de dejar pensando.AYYY que me gustó
Celeste,¿ haz comido ajos con tomate?, no tomates con ajos ? ese es el ingrediente usado en la próxima historia.
te dejo un beso
✍Visnja
27 de septiembre de 2007 10:24
Blogger Visnja Roje dijo…
De verdad Celeste me gustó mucho¡¡¡
27 de septiembre de 2007 10:26
✍Mari Carmen dijo…
Y es cierto que son tontos, Celeste. Cuando yo tenía seis años viví en un pueblo que se llamaba Villaharta, en la sierra de Córdoba. Mi casa (alquilada) tenía un patio y en él mi madre criaba gallinas y pollitos. Los pollitos, tan tontorrones ellos, en cuanto entraba alguien al patio, echaban a correr y se metían entre sus pies, o peor aún, como me sucedió una vez: bajo mis zapatos. Y claro, un polluelo, pobrecico, se quedó con las tripas fuera. Mi única salida, para evitar el castigo (y eso que yo no había tenido culpa de que los pollitos fueran tan tontos de dejarse pisar) fue tirar al pollo por encima del muro al patio vecino. La vecina no era tonta, como los pollos, así que vino y se lo dijo a mi madre. ¡¡¡Menuda bronca que me echó!!! Creo que estuve muchos días sin pisar el patio, por si acaso.
Un abrazo, Celeste. Preciosos recuerdos los tuyos 🙂
28 de septiembre de 2007 3:29
✍MORGANA dijo…
Qué linda tu abuela.
Me encantó el post.
Besos y hermoso finde.
28 de septiembre de 2007 4:36
✍Laura dijo…
Creo que los pollos y las palomas son tontos. Algunos dicen que no es así. Para mí lo son, y además, detesto las aves. Así que me hubiese unido a tus gritos de que los pollos son tontos.
Abrazos y seguí contándonos tantos recuerdos
28 de septiembre de 2007 7:29
✍Peka dijo…
jajaj….buenisimo tu relato.
Tambien creo que los pollos son tontos!!!
Saludos
✍Petra Cruz, desde Suiza dice:
Cuanto me reí con la historia de los pollos y conociendo a la abuela Rufina que era una santa, no creo que se enfadara tanto por haber desgraciao a los pollos, si nó mas bien porque te hubieses echo daño con los cepo.
Guapetona, que a ver cuando vienes por Suiza y así nos vemos sinó no hay manera.Un abrazo.
1 de octubre de 2007 13:15
✍Celeste dijo…
Como me gusta disfrutar con vosotros de todos estos recuerdos!
Es un placer escribirlos y disfrutar reviviendolos.
Gracias por seguirlos!
1 de octubre de 2007 13:18
✍Julia Ardón dijo…
Pollos y gallinas: no tienen la culpa. La culpa es de su destino: ser un ave que no vuela!
Y encima: nos los comemos! y entonces nos atan a su mismo destino…( eso me dijo un vegetariano…jajaja)
15 de diciembre de 2007 5:51
✍Anónimo dijo…
buenas noches Celeste, me gustaría poder poner un enlace desde mi blog pequeñas historias de la somoza al tuyo y poder robarte alguno de tus escritos.
La idea que expresas en el encabezamiento me parece magnífica, yo estoy cogiendo mis trocitos de puzle y algunos de mis amigos para juntarlos y despues poder ordenarlos.
gracias por repartir tus recuerdos con nosotros. y como dice un amigo mio «que la lluvia de la felicidad te pille sin paraguas»
Moncho
20 de diciembre de 2007 12:15
✍Andrea dijo…
Muy buena historia jaja
pense que era inventada pero viendo los comentarios veo que es real y la verdad eso hace que me guste más…
Un saludo!
2 de febrero de 2008 18:24
✍MentesSueltas dijo…
Celeste, pasaba a saludar y dejarte un abrazo.
28 de marzo de 2008 6:12
29 de marzo de 2008, 18:15
Celeste dijo…
Bien, ahora a seguir…cuento con vosotros!
Recogidos 18 comentarios. A todos Gracias y todo mi amor.