La persona que amo es como los hayedos,
llena el viento de algo bello que se mece por el aire
poniendo sonido y color.
Es como el mar, lleva y trae música entre sus manos.
Es como las cínias del jardín,
ellas solas bastarían para llenarlo todo.
Es como los trigales de mi tierra,
reflejan la luz del amanecer y la guardan
para repartirla en los atardeceres.
Es la calma del río y la fuerza del fuego.
Es como los dulces árabes:
pequeños, delicados, fragantes, exquisitos.
Es mi refugio, mi descanso.
Sin que se note, llena mi existir de algo mágico y poderoso.
¿Podría no estar enamorada?
2 Comments
Absolutamente incrédulo ante la falta de comentarios a este preciosista post, espero que al menos pasen por aquí muchos miles de mirones.
Eres etérea y curativa hasta en las fotos.
Habrá un antes y un despúes en mi entendimiento de la muerte ajena, luego de leer tu admirable y valiente crónica del traspaso al más allá de tu madre. Un abrazo.
Gracias.Eres muy amable.
Los comentarios me animan a seguir escribiendo y dando testimonio.
Me alegra saber que lo que transmito puede ayudar.