Pasear por algunos rincones en los pueblos sencillos, es encontrarse con el vivir privado de sus gentes: Sus recursos, sus modos de hacer, su arte para solucionar del modo más auténtico, lo más complejo.
Cada brochazo sobre las paredes encaladas o sobre el límite del zócalo; cada puntada en las cortinas, cada trozo de tela, cada lazo, son horas de creación libre.
Retos diarios para solucionar con lo que hay.
Me enamoran estos trocitos de privacidad colgados en las puertas de casa, a modo de presentación.
Esa labor hecha por manos llenas de sabiduría. La belleza única que tiene lo auténtico.