Kahlil Gibran, en su pequeño tesoro «El Loco» habla de una persona que vivía su vida entre otras gentes, vecinos, amigos, compañeros del trabajo, familiares… Se levantaba, se vestía, comía, trabajaba, quería a los suyos, descansaba…vivía.
Un día, uno cualquiera, uno de tantos, uno que podría ser como cualquier otro; salio a la calle y se quitó la careta.
Cuando dio sin ella los primeros pasos, el sol, por primera vez en muchos, muchos años, le dio en su piel desnuda. Sintió el sol sobre su rostro descubierto y en eso instante, despertó a la vida. A la que había mantenido alejada de sí, a la que guardaba para cuando le sobrara tiempo, la que no podía vivir, por mantener esa otra que llevaba bajo su careta diaria.
Y así, sin careta, camino ante la luz nueva que le iluminaba, corrió por las calles, casi danzando en el aire que también por primera vez, sentía en su cara…
La gente, al verlo de aquella manera «tan extraña» y poco habitual (olvidada casi por todos) comenzó a gritar:
– ¡Cuidado, ahí va un loco! ¡cuidado con el loco!!!
Y él se paró en mitad de la plaza, miró sus caretas que les ocultaban ante la vida que les rodeaba y les contesto:
– ¡Sí, estoy loco, estoy loco! dejadme por favor, con mi locura a solas.
Así fue como la gente de aquel lugar, comenzó a decir por todos los lugares, que tenían un loco en el pueblo.
Ninguno quiso darse cuenta de lo que aquél hombre había descubierto, no fuera a ser que se rompieran todas sus ataduras y tuvieran libertad.
2 Comments
Khalil Gibran en mi juventud llevaba sus libros conmigo y de entre ellos llevo siempre en mi mochilita emocional este mensaje:
En verdad os digo que el adiós no existe:
Si se pronuncia entre dos seres
que nunca se encontraron,
es una palabra innecesaria.
Si se dice entre dos que fueron uno,
es una palabra sin sentido.
Porque en el mundo real del espíritu
sólo hay encuentros y nunca despedidas,
y porque el recuerdo del ser amado
crece en el alma con la distancia,
como el eco en las montañas del crepúsculo.
(Khalil Gibran)
Y qué bonito es «ser loc@» tal como tú lo describes
Querida Carmen, cuanto agradezco compartir contigo estas cosas del corazón. Me enriqueces! abrazos de hermandad.