Como siempre, regresé al castillo.
Entré en una de sus salas y allí, protegida por sus poderosas paredes, me dispuse a descansar.
Dejé sobre el suelo la armadura, la espada y el escudo.
Venía de muchos años de lucha, durante los cuales tuve que enfrentarme a multitud de batallas.
Sentía, que poco a poco me había ido endureciendo. No sólo mi armadura era fuerte y aguantaba duros envites, sino que todo mi ser, se había ido haciendo insensible y rígido, pues cada lucha mantenida había alejado de mi corazón cualquier cosa que pudiera debilitarle o hacer que se tambaleara.
Me había convertido en una poderosa guerrera, pocas luchas me amedrentaban. Me enfrentaba a ellas con decisión y coraje, sin retroceder.
Mucha gente admiraba mi valentía y aunque eso no suponía para mí ningún orgullo, me reafirmaba que estaba haciendo lo correcto y que lo hacía de la forma más eficaz.
Así era mi vida de guerrera. Transcurría sin dejar que nada me pusiera de rodillas, sino que caminaba erguida hacia las dificultades, por duras que fuesen o por mucho que pesara sobre mis hombros doloridos la rígida armadura con la que me cubría.
Ahora, estaba en mi castillo, podía bajar la guardia y descansar.
La armadura, el escudo y la pesada lanza que siempre llevaba en la mano, estaban tirados por el suelo, como inútiles trozos de metal.
Dormí durante muchas horas, abandonada al sueño reparador.
Cuando desperté, quise incorporarme. Pero sentí todos los miembros debilitados y sin suficiente fuerza. Me quedé, despierta y tendida sobre el lecho. La luz de las ventanas entraba suavemente y el silencio lo llenaba todo.
Oscureció y volvió a amanecer numerosas veces, y yo, permanecía tendida sin hacer nada.
Cuando por fin me incorporé, me sentía diferente: el cuerpo ya no me pesaba, era ligero, liviano.
Miré por la ventana y tuve la sensación de ver por primera vez las cosas. Las reconocía, pero ya no eran como antes, algo las había cambiado. Incluso yo no era como antes, me sentía diferente…llevaba tantos años vestida para la lucha, que desnuda, casi no me reconocía. Se me había olvidado cómo era antes de este tiempo…
Recogí las distintas partes de la armadura para írmelas poniendo, pero ahora las sentía tan toscas y pesadas que fui incapaz de colocármelas. Era cómo si nunca hubieran sido mías, como si fuese extraño que las hubiera podido usar y hacer de ellas mi modo de vida. Cogí la lanza, pero la sentía demasiado grande y casi no podía con ella. Lo mismo sucedió con el escudo; era tan pesado que casi no podía levantarlo. Tuve la impresión de que eran más grandes que todo mi cuerpo y las dejé sobre el suelo.
Pero no tenía nada más. No tenía nada más para cubrirse y salir de nuevo a la vida que me esperaba. Solo la armadura, el escudo, la lanza…solo eso. ¿Con qué me cubriría ahora? ¿Con qué me defendería en la lucha? ¿Cómo vencería en las batallas? ¿Qué sería de mí sin que la armadura me protegiera?. El temor por este pensamiento, fue acallado por un nuevo sentir y razonar que se fue abriendo paso en mí, cada vez con más firmeza y claridad: caminaría sin nada. De nada cubriría mi cuerpo, con nada pelearía ni me protegería. ¡pondría fin al tiempo de batalla!.
El temor seguía en mí, pero la decisión brotaba de mi corazón con tanta fuerza y claridad, que ni un paso atrás me permitiría, sólo este compromiso de vida que se había implantado claramente en mi alma.
Salí a la calle y comenzar a caminar: iba desnuda. Nada cubría mi cuerpo.
Sentí el viento sobre la piel. La hierba seca, se me clavaba en los pies al pisarla y andar. En las piernas, me arañaban los matojos, pero seguí caminando…
No sabía qué me esperaba, con qué me encontraría, qué sería de mi o cómo sería mi existir. Pero algo poderoso me empuja a seguir y lo hice sin resistencia.
Caminé alejándome del castillo durante días y más días. Poco a poco, a medida que me alejaba, iba retomando mi ser. Me sentía bien, ligera, tranquila, llena de fuerzas. Aún con temor, pero decidida. Miles de sensaciones se debatían dentro de mí.
En cada día que pasaba, me reafirmaba en mi compromiso: caminar así, sin que nada me protegiese, desnuda ante la vida. Desprovista de todo, sin armas ni escudos. Con las manos abiertas. Sin más defensa, que mi propia piel.
Caminaría sin detenerme ni retroceder, aunque el camino fuera difícil y mil veces cayera o fuese vencida.
El tiempo pasaba, mi caminar no se detenía y cada vez me alejaba más de todo lo que había sido y me adentraba con firmeza en esta nueva vida.
Algo sutil y cálido me arropaba por encima de modo poderoso. Nunca antes había sentido así mi propia fuerza y energía.
Pensé que todo estaba bien, que todo encajaba. Miré por última vez hacia atrás, fue solo un instante, y seguí caminando.
(Esta experiencia es el porqué, comencé la vida de nuevo).
34 Comments
Celeste:
muchas veces me siento como describes: una guererra de armadura y lanza en ristre. Otras me siento humana, caminando desnuda frente al mundo. Todavía me queda mucho para encontrar un sano equilibrio. Que suerte que pareces haberlo hallado.
Muy bello tu relato, tus palabras en mi blog y la fotografía
Celeste:
Sabes siento que cuando escribes, lo haces por mi tambien ,porque me siento tan identificada con tus post, cada palabra, cada frase es un monton de similitudes que reflejan algo de mis 27 años de vida…
Hubo unos años atras que le pedi a Dios dejar de amar y la verdad que el me escucho y jamas volvi a sentir amor por otra persona, hasta que me senti tan dura como una roca y tan vacia como la nada… pero acongojada de mi pedido, rectifique y le pedi al señor que me devuelva lo que me quito un dia…
Ahora siento cada movimiento y sentimiento en su lugar…
gracias tu palabras me dan vida, porque ahora siento el gusto por vivir la vida…
Me haces recordar la transformación alucinante del gusano de seda en crisálida. Cuando era pequeña existía esa tradición , sigue existiendo. Estaban en su caja de cartón, agujereada la tapa. Iba poniéndoles hojas de morera, frescas, me encantaba que tuvieran muchas y hacer con ellas un gran campo donde iba colocando a los gusanillos según me gustaba. Ellos empezaban a roer por los brodes, y se hacían goooordos, tensos, parecía que iban a reventar. Y entonces un día, empezaban a hilar el capullo y a rodearse, me emocina aún recordarlo, porque yo los miraba continuamente e iban desapareciendo en el color cada vez más opaco de la envoltura. Y pasadas un par de semanas, lo más alucinante, rompían su armadura y salían las mariposas …¡siempre les veía el parecido consigo mismos!
Buena experiencia…y creo que pasa mas de una vez.
Precioso Celeste. De qué sirven finalmente las armaduras. Dificil proceso, tan dulcemente descrito. Dejar lo que hemos ido incorporando tantas batallas atrás, sobre todo en aquellas en que hemos salido mal heridos, no es sencillo. Pero ha de ser una grata liberación y una maravillosa escena ver nacer, nacernos una belleza nueva…muy lindo como siempre. Una vez más te felicito.
Yo estoy en la parte de las desarmaduras, oye, es dificil pesan para los dos lados, pero siii, se siente rico…
gracias
un abrazo
Celeste, no sabes como agradezco este texto. Yo también volví a vivir sin armaduras, dejé salir a la Mari natural, opté por vivir, pero nadie lo podría haber contado mejor que tú
Gracias Guapa!!!!
Celeste, paso para agradecer tu visita y el hermoso comentario… seguimos «viendonos».
Un abrazote
MentesSueltas
Lo malo es cuando luchas sin armadura desde un principio, las heridas más profundas se quedan dentro del alma y no hay nada que pueda curar.
Pero lo mejor es cuando caes volverte a levantar y con más fuerza, vital, de pie y hacia delante.
Bello y reconfortante post.
Besos.
Nadie nace con la armadura puesta y la lanza en las manos…lo malo es que a veces, confundes qué eres con cómo tienes que ser.
Pero la «vida» es tan maravillosamente sabia, te llama de modo tan poderoso y claro, que terminas oyendo su voz y reencontrándote de nuevo.
A veces ocurre, como en el caso de «el caballero de la armadura oxidada», que llevamos tanto tiempo con nuestra armadura
a cuestas que cuando queremos desprendernos de ella resulta que el yelmo se ha quedado atascado. Justo cuando íbamos
a dejarnos caer…nos lo impide nuestra armadura!
La verdad es que del libro me quedaría con absolutamente todas las frases pero me encantó muchísismo
el momento en que Merlín le da a beber al caballero un extraño líquido:el caballero sorbió el líquido por la caña. Los
primeros sorbos le parecieron amargos, los siguientes más agradables y los últimos tragos fueron bastante deliciosos. El
caballero le preguntó a Merlín «qué era eso?» y Merlín le respondió «es vida», «vida?» «Sí- dijo Merlín-no os pareció amarga
al principio y luego a medida que la degustabais se volvía cada vez más apetecible?». «sí, los últimos sorbos me resultaron deliciosos»…
«Eso fue cuando empezasteis a aceptar lo que estabais bebiendo».
Supongo que la vida es buena cuando la aceptamos en lugar de resignarnos y cuando compartimos el cansancio de cada lucha con quienes nos rodean en lugar de guardarlo dentro de ella y de nosotros mismos para poder deshacernos de la armadura con más facilidad.
Gracias por el texto, he conseguido acordarme de cosas importantes.
Un saludo 😉
Bonitas palabras celeste, me gusto tu post.
Mejor caminar desnudos, las armaduras que construimos no nos permiten disfrutar verdaderamente de la vida.
Saludos y gracias por visitarme 🙂
Gracias Celeste, por recordarnos con palabras maravillosas, lo que ya sabemos… pero se nos olvida. Yo quiero vivir sin armaduras, sin ataduras…pero cuando me doy cuenta ya llevo encima una coraza de nuevo… ¡Si pudiera vivir simplemente con mi corazón para amar y regalar más amor! Un besito: Chayo.
Hermoso relato Celeste, hermoso como tu nombre. Quizas algun día podamos vivir en un mundo en el que no hagan falta las corazas.
Un sincero abrazo.
hermoso. el lugar donde el universo nos protege.
me gustó tu restauración en ese lugar mágico.
Comenzar de nuevo, rectificar, dejar atrás el pasado, aprendiendo para el futuro… Te felicito. Ánimo, alma grande.
Un fortísimo abrazo.
Es triste cuando debemos colocarnos corazas, muchas veces prefiero no hacerlo, aún a sabiendas que me lastimaré, para no correr el riesgo de después ya no poder quitármela.
Un cariño
me alegro por usted
besos
¿Y no te han heho daño? «No endurezcáis vuestros corazones»: llenadlos de
Amor
Me haces volar por tu mundo, siento que todo lo que dices envuelve un tremendo mensaje que nos quieres hacer llegar, quizas es tu historia pero logre reflejar mi propia vida en ella, me has hecho llorar. Precioso el texto, eres tremenda.
Un Beso.
Celeste. Me hiciste recordar un hermoso libro de Rosa Montero llamado «La historia del rey tranparente» en donde la proagonista LEOLA, se ve obligada a vestir armadura e ir a la lucha.
Pero al igual que tu cuando se liberó de la armadura,su vida cambio.
Pero te quiero decir que la vida con armadura tuvo sentido para lo que le tocó vivir y lo que debía aprender.
un abrazo
erika
A todos: gracias!!! me siento arropada por vuestro cariño y comprensión.
Exacto! mi Blog es para dar testimonio de que existe un modo de vivir totalmente diferente y que es posible PARA TODOS. Mirar de otro modo, sentir de otro modo. De eso doy testimonio. Gracias por tus palabras, vuestros mensajes me ayudan a continuar compartiendo esto. Expresando que la «vida» está a nuestro alrededor para llenarnos por completo de algo poderoso y mágico que nos puede hacer verdadera mente «vivir». Aunque el camino sea largo, aunque a veces sea doloroso, aunque nos cueste llegar al estado en que «todo» es posible…se puede conseguir. Y no es sólo para visionarios, para iluminados, para adeptos de tal o cual religión, si no PARA TODOS. El conocimiento y el vibrar lleno de paz y valentía donde nadie te esclavice con normas o credos, es posible: lo llevamos todos dentro de nuestro corazón.
Gracias por vuestro corazón abierto .
Un abrazo grande, grande…
Quizás si las armaduras son parte de nuestro aprendizaje en la vida, de las cuales debemos ir desprendiendonos paso a paso, en el momento adecuado, para continuar nuestro camino cada vez más livianos, pero más fuertes interiormente.
Buena tu reflexión Celeste
Un abrazo
Paty
Hola!
Celeste, yo no escribo bien espanhol, pero hablo muy bien. Me desculpa un erro.
Tu texto e tu viejo castillo contiene una sonoridade fantástica. Muy bien trabajado.
Gracias por lo que escribes.
Muchas gracias.
A alegria é um dom que se adquire a arte a tristeza que se transpira
em beleza…
Eu volto
Beijinhos
Belo
Conceição Bernardino
Meus blogs http://amanhecer-poesia.blogspot.com
http://sentidos-visuais.blogspot.com
Las armaduras . . las mascaras . . los escudos que usamos para defendernos . . . como cuesta dejarlos caer. . como cuesta dejar de sentirnos vulnerables . . dejar de temer la herida . . . sangrar .. . pero cuan enriquecedor es luego el sentirse libre de esos pesos . . . sentirse en contacto con todo. . . sentirse libre . . sentirse fuerte aun sin la armadura . .
Hacer camino contigo es un privilegio Celeste.
Compartir las palabras es comulgar la vida.
Te dejo un abrazo enorme amiga mía
Celeste, aun no encuentro la silla que dices que tienes para mi.
Un Beso.
Aunque no necesariamente luche, siempre camino con mi armadura, en caso de cualquier daño.
Las veces que me quitado sólo el escudo, me han dañado.
Da miedo andar desnudo, mucho miedo. Algún, tal vez, algún día.
Gracias amiga mia, aqui me quedare sentada hasta que te aburras de mi, me tendras que sacar a la fuerza.
Un Beso.
Celeste querida, vine a refugiar entre tus manos mi dolor. Mi gordo murió este jueves. Inicio el aprendizaje de vivir con él en una dimensión distinta. Tú que conociste a mi Graciela, sabrás como me siento.
Te dejo mi abrazo enorme
Has completado unos buenos puntos allí. Hice una búsqueda sobre el tema y encontró la mayoría de las personas tendrán la misma opinión con su blog.
hola, Chicos, Este fue un buen artículo para leer, gracias por compartirlo.
La vida de la guerrera, la noche guardando las armas, enfrentar la batalla con el miedo en el cuerpo y la determinación de hacer lo correcto, las cicatrices de las heridas sufridas con las que se convive siempre y entre las piedras y la fortaleza la oportunidad de enfrentarse al temor de la insensibilidad y la dureza que pueden ser consecuencia de una vida dura, de una gesta constante con el mundo y constatar que tu ser pleno es el mismo que cuando de niña jugabas en la naturaleza, solo era necesario abandonar las armas, y armarse del máximo valor es de ir siendo tú en apertura a todo y a todos sin escudos, sin improvisar barricadas.
Caminemos querida Carmen, siempre con las manos tendidas a la luz. Abrazos