Ella vendía bolsos por los pasillos del metro de Madrid.
Yo, caminaba rápido arrastrada de pasillo a pasillo por las prisas de la mañana.
Sus ojos tenían todos los colores de la vida.
Me detuve ante su puesto en el suelo.
– Cómprame un bolso, son baratos… son muy bonitos..!
– No puedo, le dije con una sonrisa, no tengo dinero…yo también soy pobre…
Y ella, con suavidad, sin perder la luz especial que emanaba, dijo:
– Vosotros nunca sois pobres. Nosotros, sólo tenemos las manos…y mucho tiempo…
Vi en ella, esa felicidad no habitual que da la aceptación. Y esa paz, que no se consigue con el tener…
Me marché con uno de sus bolsos… ella se quedó con mis últimos 10 € para el mes.
Desde aquél día, doy gracias a la vida por tener mis zapatillas, mi tazón de desayuno, el café calentito…
Doy gracias por mi trabajo, por la comida, por el agua para ducharme, por las sábanas acogedoras que arropan mi cansancio…
Ella tenia razón: soy rica!.
Espero viviendo en esta conciencia, conseguir algún día, llevar en mis ojos, la misma serenidad y dulzura que vi en los suyos.
2 Comments
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