No me gusta usar mi traje de guerrero.
Cuando lo hago pierdo poco a poco, como Chihiro, mi nombre y lo que soy.
Pero a veces, el corazón harto de quietud, te lleva de nuevo a la batalla y la batalla te mete de nuevo en la confusión. Confusión, que paradójicamente, crees que es la claridad más valiosa.